AMOR, MENTIRAS Y SANGRE: MUCHO MÁS QUE EL TÍTULO

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por Joel Poblete

Con su primer largometraje, «Saint Maud», la realizadora y guionista británica Rose Glass ya dejó una positiva impresión hace cinco años. Aunque la película no llegó a estrenarse oficialmente por estos lados, la mayoría de quienes la pudieron ver no quedaron indiferentes ante su historia de una joven enfermera que enfrentaba sus traumas internos refugiándose de manera enfermiza en la religión, en un inquietante relato que se iba haciendo cada vez más enrarecido, entremezclando el suspenso psicológico con el terror. Si bien no alcanzaba a ser magistral o sobresaliente, tenía elementos notables, buenas actuaciones y destacaba en la generación de atmósferas y en su construcción visual y sonora, conformando una ópera prima bastante prometedora. Había por lo tanto expectativas en conocer su segundo trabajo, que ahora sí llegó a la cartelera comercial local y acaba de estrenarse: «Amor, mentiras y sangre». 

Desde su premiere mundial a comienzos de año en el Festival de Sundance y posteriormente con su paso por la Berlinale, este nuevo film ha dado mucho que hablar y ha estado teniendo una buena recepción de los críticos y cinéfilos. Aunque en varios aspectos es distinta de su anterior largometraje, se puede encontrar más de un elemento en común entre estas dos realizaciones de Glass, como el protagonismo asignado a los roles femeninos, lo atmosférico de su puesta en escena y los detalles en su look y sonidos. Pero su argumento toma otros rumbos: la rutina de Lou administrando el gimnasio de un pueblo medio perdido en Nuevo México se ve interrumpida cuando conoce a Jackie, una fisicoculturista que quiere presentarse en una competencia en Las Vegas y tiene una personalidad bastante particular; entre ambas surgirá una apasionada atracción, pero diversas circunstancias irán complicando las cosas, en especial considerando que el padre de Lou es un peligroso traficante de armas involucrado en turbias maniobras.

NO ES SÓLO LO QUE PROMETE EL TÍTULO

A partir de esta trama, «Amor, mentiras y sangre» conforma una muy especial mezcla, que además de lo que ya promete el título incluye un intenso romance lésbico, sexo, elementos de relato criminal, violencia abrupta y por momentos bastante gráfica. Además, diferentes detalles que aunque nos recuerdan a diversas otras películas y realizadores -de Cronenberg o Lynch hasta «Thelma y Louise»- de todos modos logran desarrollar una mirada propia y personal. Uno de los aspectos que más la distinguen, es cómo en medio de la violencia, la tensión y el peligro, aparecen de repente los pasajes que pueden provocar risas. En «Saint Maud», por su tema y enfoque, todo era más grave y sombrío, en cambio acá Glass se da el tiempo para lo cómico, aunque sea recurriendo a un humor negrísimo. También como en esa película, acá lo sobrenatural vuelve a tener su espacio, con toques surrealistas que aparecen en los momentos más inesperados.

Como en su anterior largometraje, la directora cuenta con un muy creíble elenco, que saca bastante partido a sus roles, incluso considerando que algunos de ellos parecen ser verdaderos arquetipos, como el personaje que encarna el veterano y siempre sólido Ed Harris, que nos recuerda a algunos de los villanos que le ha tocado interpretar previamente. Pero en general hay un logrado trabajo del reparto, que también permite por ejemplo que destaquen en sus papeles la divertida Anna Baryshnikov y Jena Malone, aunque sin duda quienes más se lucen y son el centro de todo son las dos protagonistas: Kristen Stewart, Katy O’Brian, que conforman una pareja potente y de indiscutible química; de la primera no debería extrañarnos su desempeño, considerando que a lo largo de la última década nos hemos ido acostumbrando a que brille en roles interesantes y dirigida por cineastas de prestigio, desde  Assayas, Reichardt o Woody Allen hasta Pablo Larraín y David Cronenberg, pero O’Brian es una gran revelación, espontánea, de fuerte y contundente presencia en pantalla.

LA CORPORALIDAD Y LO OCHENTERO

En la sensualidad que transmite su dupla protagónica, se refleja muy bien uno de los aspectos que más llaman la atención de «Amor, mentiras y sangre»: la manera en que se muestran los cuerpos, ya no sólo en sus conexiones con el «body horror» que ya veíamos en «Saint Maud», sino como elemento expresivo y erótico, o a través del trabajo externo que exige el fisicoculturismo. Todo eso, y la ambientación misma, con sus looks y detalles de dirección de arte, nos retrotraen a lo ochentero, no sólo en la estética, sino además en lo visual mismo, a través de la interesante y llamativa dirección de fotografía de Ben Fordesman, quien ya tuviera esa función en «Saint Maud», y la banda sonora de Clint Mansell (habitualmente asociado con el cine de Darren Aronofsky) con sus sonidos metálicos e industriales. Con su tan ecléctica mezcla de elementos, sin duda algunas cosas funcionan mejor que otras, pero de todos modos en conjunto después de ver este nuevo film, entretenido, dinámico y con buen ritmo, se puede entender por qué ha estado generando tantas reacciones en las audiencias en los últimos meses y confirma el talento a seguir de su directora.

FICHA TÉCNICA

  • Título original: «Love Lies Bleeding»
  • Director: Rose Glass
  • Género: Acción, crimen, romance
  • Duración: 104 minutos
  • Guion: Rose Glass, Weronika Tofilska
  • Con: Kristen Stewart, Katy O’Brian, Ed Harris, Anna Baryshnikov, Jena Malone, Dave Franco, David DeLao
  • Música: Clint Mansell